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Cuando una relación apenas comienza, está adormecida dentro la emoción, la respiración cortada... la inconsciencia de la realidad... Esperamos con ansia la persona que nos acelera el pulso, y claro... aparecen las muy famosas mariposas en el estómago.
Los primeros días y hasta meses trasncurren entre momentos emotivos, situaciones donde ambos lados del corazón tratan de dar lo mejor de si para agradar y completar las espectativas del otro. Todo es bello, los primeros mensajes, el miedo de que no le guste algo de ti, las ganas de besos... Los ojos que brillan, las ganas de todo...
Somos como niños buscando el tesoro al final del arcoiris... y así sigue pasando el tiempo. Pienso que esto es normal en cualquier tipo de relación de pareja. Pero el verdadero reto llega cuando comenzamos a conocer verdaderamente a la otra persona en las buenas y en las malas. Cuando comienzan a suceder cosas en la vida de ambos que tal vez pueden hacerte pensar que te equivocaste o te puede crear una duda razonable. Es allí que tal vez te sientas y con cabeza fria te pones a pensar si lo que vives es lo que verdaderamente te llena, te hace feliz y te hace sentir tan plenamente viva que sabes que los problemas... que muy afortunada o desafortunadamente aparecen de vez en cuando...son siempre solucionables.
Y la vida va cambiando, y tu vas madurando como persona, y hasta cambian las actitudes porque te vas moldeando a lo que El desea. Claro de vez en cuando hay recaídas, pero eso solo nos hace comprender que somos humanos ambos.
Hace un tiempo me desesperaba y caia casi en depresión cuando el Amo iba de vacaciones, ahora las cosas son más equilibradas. Lo tomo como un aspecto más de mi realidad. No se si es que duele menos, o que simplemente no le doy tanto peso para no sentirme tan absolutamente mal. O Tal vez también he aprendido que aunque esté fuera por alguna razón nada ha cambiado, ni cambia por eso. El sigue allí, yo sigo aqui y ambos estamos en lo mismo... Tal vez hasta mejor que antes porque nos conocemos mas y sabemos realmente lo que sentimos cuando esto sucede.
Yo soy ansiosa por naturaleza y pienso que el momento más delicado es la semana antes de que se vaya, paso por una montaña rusa de emociones, de sensaciones, de ganas de inventar cosas, de momentos felices y tristes 5 minutos después... Es una sintomatología particular porque a la larga se bien que igualmente tendrá que estar fuera por una buena cantidad de tiempo y no sabré nada de El sino hasta que regrese.
Lo increible es que por mi cabeza pasan millones de ideas, palabras, imágenes, de ganas de hacer 20 cosas al mismo tiempo, de escribirle algo, de decirle mil cosas y a veces me bloqueo completamente, así que lo dejo pasar para poder reponerme un poco emocionalmente.
Los lazos que nos vinculan a veces son imposibles de explicar, nos unen hasta cuando parece que se van a romper. Algunos de estos lazos retan la distancia, el tiempo y la lógica. Porque hay relaciones que están simplemente destinados a existir.
El pertener está allí, en el corazón, en las palabras, en la forma de pensar, en el día a día... el pertenecer es como una hermosa flor en verano... que abre sus petalos y se deja abrazar entre los brazos infinitos del cielo.
Ahora comprendo que no importa donde estemos, siempre será mi aire, mi fuego, el latido de mi corazón... mi mente... porque El está en todas partes... porque el es mi presencia. La presencia en el silenzio, allí donde el cielo entre en el corazón y se trasnforma en universo, allí donde una lágrima sublima el agua. Allí donde el viento se para y no existe más... allí donde el instante se transforma en eternidad.
Eres el dueño de mi alma, de mi mente, de todo lo que soy, pero amo también que seas el infierno de mis pasiones... Porque cuando te vas... vivo entre las llamas del deseo... y las ganas que no puedo apagar sin tu permiso...
Bueno, faltan menos días... puedo seguir consumiéndome un poco más :) ... y se que eso te gusta... por eso te dejo estas palabras del peota griego Constantino Kavafis que me parecen realmente buenas para la ocasión...
REGRESA
Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, regresa y tómame.
Cuando la memoria del cuerpo despierta,
su viejo deseo vuelve a rodar en la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
mis manos sienten como si tocaran de nuevo.
Vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando mis labios y mi piel recuerda.
